jueves, 18 de noviembre de 2010

MOLIÈRE, ¿CÓMO MURIÓ?

VERSIONES DE LA MUERTE DE MOLIÈRE
·       La muerte de Molière, ocurrida en febrero de 1673, ha desvelado los afanes de críticos e investigadores hasta la confusión histórica y el mito, no sólo por las circunstancias de su muerte, sino por la afectación de su obra en la sociedad francesa, así como su figura dramática. El primer dato (de su muerte) dice que falleció el día 12 de febrero (pero fue enterrado hasta el día 17, por órdenes de la Iglesia católica que consideraba la profesión de cómico inmoral, y fue necesaria la intervención del rey, aún así el actor fue sepultado de noche), aunque lo común es recordar la muerte del dramaturgo el día 17 de febrero. La fecha es lo de menos, puesto que la tesis histórica –sobrevaluada después de la revolución francesa y plagada de romanticismo – dice que murió en el escenario, cuando interpretaba un personaje de su propia creación en El enfermo imaginario (paradoja).
·       Al sentir extraños dolores en el vientre, decidió dejar la puesta en escena y fue a morir a su casa, unos minutos después de haber pisado el escenario, durante la cuarta función de El enfermo imaginario. Se dice que murió en París, aunque existe la versión de que murió en un pueblo cercano –la cual ha sido desestimada hace tiempo – justo cuando apareció otra dilucidación de la muerte de Moliére, la que cuenta que había muerto en el traslado de una villa cercana a París y su casa, antes de comenzar la función, a causa de una súbita enfermedad. No faltó también – especialmente en el siglo XIX – quien culpara a la Iglesia de la muerte del cómico, y pusiera en la mesa de las explicaciones históricas la tesis de que Moliére había sido envenenado antes de comenzar la función, por parte de un misario del clero.
·       Murió varias veces en escena, pero en una sola se convirtió en el verdadero “actor”. Es decir, Jean-Baptiste Poquelin fue obligado por una enfermedad a morir “de verdad” una sola vez, y dejar constancia de que sabía morir, o que al menos la muerte es genialmente histriónica.
El enfermo imaginario, una de las obras más celebradas del clásico francés, sirvió de telón de fondo funerario del propio autor. Molière falleció durante la puesta de esta pieza que sigue siendo la “muerte” de un hipocondríaco que hizo casar a su hija con un médico para sentirse atendido sin dilación. Así, mientras el verdadero enfermo que era Molière moría en proscenio, el público aplaudía y reía sin parar. La muerte triunfante, personificada por la misma muerte.
Innumerables veces quedó tendido el cuerpo muerto del personaje. Pero al cerrar el telón, el ingenioso comediante se levantaba con la muerte cerca, es decir, vivo él y viva la muerte. Estaba enfermo, gravemente amenazado por una dolencia que no era nada teatral o pública. Quizás se imaginaba —imaginario al fin— que la señora calva, la cantante amada de Ionesco, estaría lista para definitivamente despedirlo con un cerrado aplauso.
·       El personaje —mimesis, farsa, máscara— continúa vivo, muriendo cuantas veces sea posible poner en escena la obra de quien, actor, quedó definitivamente sobre las tablas, muerto. Personaje y actor se encuentran y se separan. Se encuentran en la muerte teatral. Se separan en la muerte histriónica, porque, tanto la muerte imaginaria como la verdadera, suelen ser festivas y dolorosas. La permanencia del personaje supera la realidad, supera al actor. Esta separación, esta frontera, confirma la imagen de quien a diario tiene que “morir” para hacer creer que venció a la muerte. Quien en verdad murió por una enfermedad nada imaginaria, quedó eternamente fijado en la mirada de quienes no advirtieron que el actor había sucumbido, en la creencia de que había sido el actor. La perfección de la muerte provocó la risa, el aplauso.
           
SUPERSTICIONES DE MOLIÈRE
·         A los actores españoles el color amarillo les da “mal rollo”. La razón que aducen viene de 1673, la representación de la obra de Molière (en la imagen) El enfermo imaginario. El autor se reservó el papel principal, pese a que él sí estaba enfermo de tuberculosis. Actuó vestido de amarillo (para los franceses, el traje era verde) y en plena función sufrió un ataque. Falleció a las pocas horas, a los pocos meses el color amarillo desapareció de los escenarios.



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